Amaneciendo

Amaneciendo
Luz del interior/Foto de Internet

viernes, 2 de octubre de 2015


La Toscana 2008

Proemio

http://amanecepoemasdeamor.blogspot.com.es/2014/12/proemio.html



Blandiendo luces de frente.

 Llegas.

 Apenas odaliscas mareadas, 

embriagadas de vendimia vana...

Buscando en las olas tiempo para acercarme a ti,

 llanamente, y atravesar el límite,  

porque estás en el camino férreamente desnuda.
Canción de cuna, lucero firme.

Desnuda de tarde y tarde.

 Con las raíces enrevesadas de seno,

 con las raíces atadas de brazos:

 ENTREGADA, como ahora, 

en la cadena del pecho de la otra barandilla.


Canto primero










Veo distanciarse el rocío de una mañana mutilada
 
de mejillas entre colmenas vespertinas

 que zumban en el tímpano sordo de los árboles.

Es un jueves cualquiera de rayos tímidos y pestañas
soñolientas que amanece lleno de prejuicios azules,
preso en las piscinas azules y los miradores solitarios.

La vigilia me ha saludado con pájaros de plata
que coronan con su garganta el cóctel armónico
y apacible de una ensenada estática, sin prisas por llegar.

Algo de esta calma está desnudando mi sueño de marejadas
y modistas. Aunque en el horizonte, cielo y mar se confunden,
nunca vi tan clara la escalada de la distancia, y parece
 
que mayo se ha estancado en un remanso de paz.


Canto segundo















Suspendido en una nave de luciérnagas, descansa
mi sueño, tejido de carrizo y anea. Resbala en los tejados
una lluvia de alas y se eleva plácida mi alma serena, recién
encontrada en el florero de ojos de una ventana.

Soñaré con tu vientre de porcelana 

y los pechos apretados en la niebla clara.
La noche es más limpia, la noche es más noble,
 
la noche es más linda, vestida de orugas y hormigas...
Dejemos que se abran horizontes bajo el cielo
encendido por el recital


de las estrellas.

Se dilatan las pupilas de mi alma como el delta,
que rendido ante las grandezas del mar, le entrega sus aluviones.
Ahora la sombra nos ama y, en la orilla de la laguna, 
la lengua de los anfibios juega con nubes de insectos
 

a hacer burbujas...

En el seno de la noche, un espejo de arpegios pone
a los grillos en danza...

Canto tercero







Abstraídos en el inconsciente regazo de la hoja blanca,
calla la palabra que une nuestros cuerpos blancos.
Instantes de la noche que sueña y el viento mudo que 
galopa extensiones despejadas buscando un olmo
 
donde plantar la luna.
Ahora que nuestras almas descansan txirimiri de montañas
y húmedas batallas,
ahora camina como nunca lo hizo...
DESNUDO.

Acompañan a las murallas de piedra, una yedra
transparente y cerca del agua, una rana que croa;
algo festivo tiene esta noche de encuentros.
 
Siento el canto de las sirenas, irresistible.

Ahora que la niña se peina su trenza larga y ondulada,
sentada en la turbina que despierta pantanos.

Las esferas de mis ojos lentamente se encuentran,
 
sin excusas, en la monótona plaza de una noche
pintada de azafrán.





sábado, 19 de septiembre de 2015

Canto cuarto

























Esponjas y palmeras en el pedestal de corcho,
como ojos sólo, sin tics ni bululú...
Alas, hijos, astros, hojas...
Este silencio que nos encuentra de nuevo.
Este apretar de cráneos sin cautela.
Esta sumisión de nuestros deseos al sueño de la nada,
cuando todo son silencios de esperma cosquilleando
en el “hall” de la lechuza...
Volvemos a la infancia que nos raptaron
los jilgueros y las higueras,
cuando jugábamos a ser gorriones que asaltaban
graneros, y todo que podíamos alcanzar
era el rastro de una luna juguetona.


Volvamos...

Volvemos a encontrarnos bajo esa cortina de parras
y tenemos los brazos llenos de golondrinas, coloradas,
blancas, grises, azules, extranjeras, tropicales...
redentoras.

Momentáneamente se escurre mi sueño como un pez

entre las aguas...

Canto quinto













Inundado de este sueño tierno, sosegado el silencio,
el tiempo parado y embelesado en el espejo,
el suspiro verde eleva su savia nieve.
Estáticos los faroles. Estática la brisa. Sueño que amanece.

Las flores y los versos despiertan en mi alma
y las mansiones de mi cielo se rinden a las alfombras
de arena que pisa el piélago de una guitarra mística,
en su delirio de liras.
Los dondiegos contemplan entre tules de luna
al tálamo que acoge el éxtasis de quienes se encuentran
desnudos en el atrio de la gloria.

Se escancian copas de cava por los senderos del espacio nocturno.

La noche nace más libre.

Sigue el balanceo lento de las olas serenando mi alma de tintineos
y campanillas.