Amaneciendo

Amaneciendo
Luz del interior/Foto de Internet

viernes, 20 de febrero de 2015

Canto decimoséptimo






Esta noche descubro que la arcilla de nuestras manos
tiene precio de oro, que los ojos que nos delatan son
claros, tenues, dulces, níveos; que son los ojos agua,
fuego, viento, aire y cantidad de secretos sin nombre
que se asoman a la arena espigada de un encuentro sin
fronteras.

Exprimes el jugo de un helado de yema y nata, a la una
de la madrugada, en ese silencio de rincones que hay
en mi alma.

Ahora el silencio es un abanico de colores, la soledad
una gama de sonidos, el amor un juego de cristales,
la vida un cofre de sorpresas alambicadas que abre
expectativas irreductibles en los cajones enmohecidos
de la razón.

¡ Qué no conquistará mi alma esta noche acogedora !

El búho en el olivo de mirada fija, fija en la orilla
la rana tibia, tibia en mi alma la risa del grillo eterno,
y eterna en el cielo la luna llena.

CREZCO.


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